El ladrar del perro se escucho en las cercanias de aquel camino que en aquella noche que se me ocurrio recorrer...
Ya me habian contado que en aquel viejo barrio, despues de media noche, de la hora seca, en que se pican los que ya no tienen para rascarce, no se tenia que recorrerse, sopena de estar dispuesto a llevarse una desagradable sorpresa.
Pero quien con cinco dedos de frente (tres de cerveza y dos de alcohol) se cree o mejor dicho quien no se cree….
Me encontre caminando por aquel barrio, si en ese barrio, en ese famoso barrio, el ladrar del perro resonaba entre los callejones, en mis oidos, poco a poco empece a sentir sobriedad y con eso vino el miedo, cada paso que daba era mas pesado que el anterior, cada vez el frio se hacia mas intenso, cada esquina se hacia mas lejana…
El ladrido del perro era lo unico que se oia en aquella penumbra que se hacia mas oscura, mis manos empezaron a tensarce, mis labios temblar y mi garganta cada vez mas seca.
Maldita me decia, la hora que se me ocurrio entrar en aquel barrio… maldito ladrar del perro….en ese maldito barrio… en ese barrio en el cual no pude encontrar... ni una cantina, una bendita cantina abierta para refugiarme para que que el perro...aquel maldito perro rabioso no me mordiera…
Autor: M. Orozco
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